Sospechando que su esposo tenía una relación con otra mujer, la esposa le tomó en secreto una foto mientras se bañaba y se la envió al médico. Al verla, él se sorprendió: “Por favor, llama a la policía de inmediato…”

Anjali y Rahul llevaban 7 años casados. Eran una de esas parejas que muchos en Mumbai admiraban: Rahul era tranquilo y trabajador; Anjali, amable y dedicada a su familia. Sin embargo, después del nacimiento de su primer hijo, la vida ocupada de ambos empezó poco a poco a distanciarlos. Rahul llegaba tarde a casa con frecuencia, contestaba llamadas en secreto, y Anjali a menudo percibía un extraño perfume en su camisa. En el corazón de la joven esposa crecía la sospecha: ¿acaso su marido tenía a otra?

Una noche, cuando Rahul entró al baño, Anjali estaba sentada en la cama con el corazón acelerado. No quería creerlo, pero tampoco podía soportar más esa sensación confusa. Al escuchar el agua correr, abrió la puerta con cuidado y tomó en silencio una foto de la espalda de su esposo. Al principio, solo quería comprobar si había rastros de maquillaje. Pero al ver la imagen, Anjali se quedó helada: en la espalda de Rahul, desde los hombros hasta la cintura, se extendían hematomas morados.

Los celos desaparecieron de golpe, reemplazados por una profunda confusión.

A la mañana siguiente, mientras Rahul aún dormía, Anjali llevó la foto al hospital Jaslok de Mumbai para mostrársela a un médico de confianza de la familia. El médico, un hombre de mediana edad, al ver la imagen, cambió por completo su expresión. Frunció el ceño y su voz se volvió grave:

—Debes informar a la policía de inmediato. Esto no es una lesión normal.

—¿Qué quiere decir, doctor? —preguntó Anjali, temblando.

El médico la miró directamente, subrayando cada palabra:
—Esto puede ser señal de maltrato o de vínculos con gente muy peligrosa. Mi consejo es que llames inmediatamente al 100.

Al escucharlo, Anjali se quedó paralizada. Toda la noche había pensado que Rahul tenía un romance, pero la verdad era muy diferente.

Cuando Anjali volvió a casa, encontró a Rahul sentado en la mesa del comedor, con el rostro cansado. Al verla entrar, se sobresaltó un instante, y luego intentó sonreír:
—¿Tan temprano? ¿Dónde has estado?

Anjali lo miró y rompió en llanto:
—Dime la verdad… esas marcas en tu espalda, ¿qué son? ¿Quién te hizo esto?

Rahul guardó silencio mucho tiempo, su mano temblaba alrededor de la taza. Finalmente suspiró:
—No quería que tú ni el niño se vieran envueltos en esto… pero quizá ya no pueda ocultarlo más.

Resultó que, últimamente, Rahul había estado ayudando a un amigo con repartos nocturnos para ganar un dinero extra. Pero un grupo de delincuentes lo había amenazado y obligado a transportar mercancía prohibida. Cuando él se negó, lo golpearon brutalmente, dejándole esas heridas. Temía involucrar a su familia, así que había decidido soportarlo solo y en silencio.

Anjali recordó las palabras del médico: “Llama a la policía de inmediato.” Sin dudarlo, marcó el 100 y relató toda la historia.

A los pocos minutos llegó la policía de Mumbai. Frente a Anjali, Rahul temblaba mientras contaba todo. Sintió remordimiento, pero también alivio: ya no tendría que cargar con ese peso en soledad. La policía inició de inmediato la investigación y desarticuló a la banda.

Los días siguientes fueron difíciles, pero también un redescubrimiento del valor de la familia. Anjali estuvo siempre a su lado, animándolo, llevándolo al médico, curando sus heridas. Tras la experiencia, Rahul comprendió que el silencio solo traía más dolor y riesgo. Tomó la mano de su esposa y, con la voz entrecortada, le dijo:
—Perdóname por haberte hecho dudar de mí. A partir de ahora, pase lo que pase, prometo enfrentarlo contigo.

Anjali lo abrazó, con las lágrimas cayendo sobre su hombro.

El caso se resolvió satisfactoriamente. La banda fue arrestada, y Rahul se recuperó poco a poco. Lo que empezó con una foto tomada en secreto en busca de pruebas de infidelidad terminó siendo un punto de inflexión que devolvió la confianza y la unión entre Anjali y Rahul.

Más importante aún, Anjali comprendió que, a veces, lo que vemos en la superficie no es la verdad completa: detrás puede esconderse una realidad mucho más dolorosa y compleja.