«Cuando la suegra decidió convertir el piso de otra persona en un restaurante gratuito, y el marido siempre asentía, pero al final la dueña de la casa los echó a ambos y fue a pedir el divorcio.»
Había pasado una semana de silencio. Siete días en los que Isabel se despertaba por la mañana sin reproches, siete noches en las que regresaba…









