La nuera estaba ocupada en un viaje de negocios, dejó al niño con la abuela. Al regresar, la casa seguía en orden, el bebé dormía profundamente… pero al abrir el refrigerador, la joven madre rompió en llanto y se desmayó.
La señora Hanh se casó tarde, y tras seis años de tratamientos agotadores, finalmente dio a luz a su primer hijo varón. Por eso, el bebé era un verdadero “tesoro” para toda la familia, especialmente para ella y su esposo.
Un día, la empresa la envió a un viaje de negocios no programado que duraría tres días. Al principio, pensó llevarse al bebé con ella, pero su esposo le dijo:
—La abuela está en casa, deja que ella lo cuide. Así puedes trabajar con tranquilidad.

Al ver que su suegra se mostraba feliz y muy dispuesta a cuidar al nieto, Hanh se sintió tranquila y aceptó.
Pasaron los tres días de trabajo y finalmente regresó a casa. Todo estaba limpio y en orden, como siempre. En la habitación, su hijo dormía plácidamente en la cuna, respirando con regularidad, con las mejillas sonrosadas. A su lado, su suegra se sentaba en silencio, abanico en mano, cantándole suavemente una canción de cuna.
Al ver aquella escena, el corazón de Hanh se derritió de felicidad. Pensó: “Qué suerte tiene mi hijo de tener una abuela así.”
Bajó a la cocina para guardar sus cosas, abrió el refrigerador para guardar la comida que había traído. Y entonces…
Apenas se abrió la puerta del refrigerador, se quedó petrificada. Todo su cuerpo comenzó a temblar. En el compartimento superior, había docenas de frascos de vidrio cuidadosamente alineados. Cada frasco tenía una etiqueta escrita a mano, con fechas anotadas. En la tapa, claramente se leía la letra de su suegra: “Leche de H…”, “Leche de M…” —el nombre de su hijo.
Entró en pánico, abrió uno de los frascos… y un fuerte olor a pescado podrido le golpeó la nariz. Frunció el ceño, su vista se oscureció. Llorando, se llevó las manos al pecho y cayó al suelo de ladrillo, frío como la helada.
En la habitación, su hijo seguía durmiendo profundamente, sin saber nada de la terrible tormenta que acababa de golpear a su familia.
Y una pregunta aterradora retumbaba en la mente de Hanh:
“¿Qué ha hecho mi suegra con la sangre de mi sangre?”