«La hija del dueño de la gasolinera desapareció en su fiesta de 15 años. Seis años después…»
Roberto Alejandro Vázquez Hernández cerró la caja registradora de su gasolinera situada en la Avenida López Mateos. Habían pasado seis años desde que su hija Valetina desapareció durante su fiesta de quince años, y cada noche, al cerrar el local, recordaba que ella nunca regresó a casa aquella noche del 15 de abril de 2017.
El conserje, Rodrigo Pérez Villanueva, llevaba dos años trabajando en la gasolinera. Aquella tarde, mientras limpiaba el área de servicio, notó que una de las baldosas del suelo, cerca del almacén trasero, se había soltado. Al levantarla para repararla, descubrió una bolsa de plástico enterrada justo debajo.
—¡Señor Vázquez, tiene que ver esto! —gritó Esteban desde el estacionamiento trasero.
Roberto se acercó a su empleado. Esteban sostenía una bolsa transparente que contenía un teléfono celular rosa con pegatinas de mariposas, varios documentos y una pulsera de plata con el nombre Valetina grabado.
—¿De dónde salió esto? —preguntó Roberto, sintiendo que las piernas le temblaban.
—Estaba enterrado aquí, bajo esta loseta. Parece que alguien lo escondió hace años —respondió Esteban, entregándole la bolsa.
Roberto reconoció el teléfono de inmediato. Era el mismo que le había regalado a Valetina por su cumpleaños número 15, solo dos meses antes de su desaparición. La pulsera también era suya; la había usado en la fiesta de quince años de su amiga Sofía Beatriz Mendoza Jiménez.
Dentro de la bolsa estaban también la credencial escolar de Valetina, un recibo de farmacia con fecha del 14 de abril de 2017 y una nota escrita a mano que decía:
«Todo está planeado para mañana, nadie sospechará nada».
Las letras DCR estaban grabadas al final.
Roberto llamó de inmediato al inspector Joaquín Gabriel Torres Santa María, quien había dirigido la investigación original sobre la desaparición de Valetina. Torres llegó a la gasolinera treinta minutos después, acompañado de un equipo de peritos forenses.
—Don Roberto, en seis años esta es la primera pista real que tenemos —dijo Torres mientras examinaba las pruebas—. ¿Tiene idea de por qué esto podría haber estado enterrado aquí?
—Mi negocio abre las 24 horas. Mucha gente tiene acceso al almacén: empleados, proveedores, incluso clientes que usan el baño —explicó Roberto—. Pero más que nadie, yo sabía que Valetina perdió su teléfono la noche en que desapareció.
El inspector fotografió cada objeto. El recibo de farmacia mostraba la compra de pastillas para dormir y vendas, pagadas en efectivo a las 6:00 p.m. del 14 de abril de 2017, un día antes de la desaparición.
—¿Le dicen algo las iniciales “DCR”? —preguntó Torres.
Roberto negó con la cabeza, pero Esteban intervino:
—Recuerdo que aquella noche, mientras buscábamos a la chica, un joven se acercó a la fiesta y me preguntó si habíamos encontrado algo. Era alto, de piel morena, tendría unos dieciocho años. Dijo que era amigo de Valetina.
—¿Recuerda su nombre? —preguntó el inspector.
—No. Pero la señora Carmen habló con él; le pareció extraño que me observara tanto —respondió Esteban.
En ese momento, Carmen Esperanza Morales de Vázquez, la madre de Valetina, llegó tras la llamada de Roberto. Al ver las pruebas, se desplomó.
—Yo le regalé ese teléfono para su cumpleaños. Lo cuidaba como un tesoro —exclamó Carmen—. ¿Cómo pudo terminar aquí? Buscamos por todas partes esa noche.
Torres ordenó un operativo inmediato. El teléfono fue enviado al laboratorio para recuperar datos digitales; se tomaron huellas de todos los objetos y se analizaron las escrituras de la nota.
—Don Roberto, necesitaré una lista completa de todas las personas que han trabajado aquí desde 2017 —dijo Torres—. Y también los nombres de todas las amigas de Valetina, especialmente las que estuvieron en la fiesta esa noche.
La lista incluía doce ex empleados, seis proveedores frecuentes y veinte amigas y compañeras de clase de Valetina que asistieron al cumpleaños de Sofía. Carmen recordó detalles de aquella noche:
—Valetina fue a la fiesta con Sofía. Estaba muy alterada. La madre de Sofía me dijo que Valetina salió del salón alrededor de las 11:00 p.m., pero Sofía pensó que solo había ido al baño.
—¿Tenía novio en ese momento? —preguntó Torres.
—No. Era muy estudiosa. A muchos chicos les gustaba, pero ella siempre decía que quería terminar la escuela primero —respondió Carmen.
Torres revisó el expediente original. En 2017, las autoridades interrogaron a todos los asistentes a la fiesta, revisaron cámaras de seguridad y realizaron búsquedas dentro de un radio de 50 km de Guadalajara. No se encontró rastro alguno de Valetina.
—El problema es que en 2017 no teníamos esta evidencia. Ahora podemos iniciar una investigación operativa completa —explicó el inspector.
Torres fue personalmente a la farmacia con el recibo. Aunque no había grabaciones de 2017, el farmacéutico confirmó que la compra en efectivo de pastillas para dormir y vendas se realizó a las 6:30 p.m. del 14 de abril, probablemente por “un joven”.
De regreso en la fiscalía, Torres comparó los nombres. Las iniciales “DCR” coincidían exactamente con Diego Armando Castillo Ríz, el novio de Sofía en 2017.
Poco a poco surgieron contradicciones. Varios testigos habían visto a Valetina hablando con Diego en la fiesta, aunque él aseguraba no conocerla bien. Los registros telefónicos recuperados del dispositivo de Valetina revelaron su último mensaje a las 10:43 p.m.:
«Ya voy, ¿dónde nos vemos?» —enviado al número de Diego.
La nueva evidencia desmanteló su testimonio de 2017. Los análisis forenses de la bolsa, el teléfono recuperado y las búsquedas posteriores en el departamento de Diego revelaron fotografías de Valetina tomadas sin su conocimiento, notas con sus horarios y comunicaciones con cómplices: Mauricio Guzmán y Fernando Moreno, delincuentes conocidos.
La investigación creció como una bola de nieve.
Los peritos hallaron una camioneta oculta en la propiedad de Mauricio que contenía fibras de tela coincidentes con el vestido que Valetina llevaba aquella noche, además de rastros de sangre en el maletero. Bajo interrogatorio, Mauricio se quebró:
—Inspector, yo solo ayudé a transportarla. No maté a nadie —confesó.
Poco después, Sofía también habló:
—Diego me dijo que le gustaba Valetina. Me pidió que le pasara sus horarios. Dijo que solo quería conocerla… No sabía que le iba a hacer daño. Me amenazó después de que desapareció.
El cerco se cerró. Finalmente, al ser confrontado con las pruebas —incluido el último mensaje de Valetina—, Diego confesó.
—Yo nunca quise que muriera. Solo quería que estuviera conmigo —dijo a Torres.
Diego relató cómo Fernando Moreno estranguló a Valetina en junio de 2017, tras mantenerla cautiva durante 45 días en una casa oculta en Tlajomulco. Luego, Moreno obligó a Diego y a Mauricio a enterrar el cuerpo y dispersar sus pertenencias —incluido el teléfono y la pulsera— bajo las losetas de la gasolinera de su padre, “como una broma cruel”.
Seis años después, los equipos forenses exhumaron restos en esa casa de Tlajomulco. El ADN confirmó que era Valetina. La autopsia reveló cautiverio prolongado, abuso y tortura.
El caso se destapó por completo.
A través de confesiones, registros telefónicos y rastros financieros, el inspector Torres descubrió una red de trata de personas que operaba en Guadalajara entre 2015 y 2020. A la cabeza estaba el empresario Javier Mendoza Salinas, tío de Sofía. Un excomandante policial, Ricardo Emilio Salinas Medina, protegía la red, saboteando investigaciones. Al menos 32 jóvenes habían sido secuestradas: ocho asesinadas y las demás vendidas a redes de trata en todo México.
Valetina fue su víctima más joven.
Los arrestos sacudieron a Jalisco: empresarios, políticos, jueces y policías fueron implicados. Doce fueron procesados. El equipo de Torres desmanteló por completo la red, exponiendo una corrupción sistémica.
Para Roberto y Carmen Vázquez, la verdad fue devastadora, pero finalmente les dio cierre.
—Mi hija no puede volver, pero su caso ayudará a otras familias a encontrar a las suyas —dijo Roberto en el memorial público.
Para 2023, se habían implementado reformas: una fuerza especializada contra la trata, protocolos cruzados para evitar sabotajes, fondos de compensación para las familias y mayor protección a testigos.
El 15 de abril de 2024, siete años después de la desaparición de Valetina, el inspector Torres visitó el memorial que Roberto había construido en la gasolinera. Ahora contenía las fotografías de todas las víctimas.
—Inspector, ¿ha encontrado a las chicas que fueron vendidas a otros estados? —preguntó Roberto.
Torres asintió.
—Doce han sido localizadas y rescatadas. Ocho regresaron a casa. Cuatro decidieron comenzar nuevas vidas. Y por las que aún faltan, seguimos buscando.
El caso Valetina se convirtió en un referente nacional. Las nuevas metodologías de investigación desarrolladas a partir de él fueron adoptadas en todo México.
Aquel hombre antes consumido por el dolor, hoy es símbolo de justicia, reforma y lucha contra la trata de personas.
