“El sonido de Leandro”

“El sonido de Leandro”

Leandro no hablaba mucho. No porque no pudiera, sino porque prefería los sonidos que no venían con palabras.

Vivía con su abuelo, Hugo, un luthier retirado que había fabricado más de cien violines en su vida. El taller estaba en el fondo de la casa, detrás de una puerta que chirriaba con historia. Leandro entraba cada tarde después de la escuela y se sentaba en el banco de madera sin decir una sola palabra.

—¿Te interesa esto? —preguntó su abuelo un día, mientras lijaba una caja de resonancia.

Leandro asintió.

—Entonces empieza por mirar. Aprender a mirar es lo primero.

Y así lo hizo.

Durante semanas, solo observó. Cómo el abuelo medía con precisión milimétrica, cómo acariciaba la madera antes de cortar, cómo cada pieza parecía tener alma.

Un día, Hugo le colocó un trozo de arce frente a él.

—Haz la curva.

Leandro lo miró, sorprendido.

—¿Y si lo arruino?

—Entonces aprenderás más que si sale perfecto.

Temblando, lo intentó. No fue perfecto, pero no se rompió. Y desde entonces, cada tarde fue una lección no dicha.

Mientras trabajaban, Leandro sentía que el silencio no pesaba. Al contrario, era un espacio sagrado donde las manos hablaban por ellos.

Pasaron los meses. Un día, Hugo apoyó un estuche vacío sobre la mesa.

—Este será tu primer violín completo. Yo solo miraré.

Leandro bajó la mirada. No se sentía listo.

—Hazlo a tu ritmo —dijo Hugo—. La música no tiene prisa.

Tardó dos semanas en ensamblar las piezas. Tres días en barnizarlo. Y una tarde entera en colocar las cuerdas. Cuando terminó, lo sostuvo entre las manos como si cargara un recién nacido.

—¿Y ahora? —preguntó.

Hugo le acercó el arco.

—Ahora, hazlo hablar.

Leandro apoyó el violín en su hombro, cerró los ojos y tocó. No una canción perfecta, pero sí una llena de verdad.

Cuando terminó, su abuelo lo aplaudió despacio. Luego se limpió los ojos sin disimulo.

—Eres un luthier —dijo—. Pero más aún… eres música.

Hay cosas que no se enseñan con palabras… se aprenden con las manos y el alma.