Mi padre dijo: «El 80% de tu salario es para tu hermana, y el 20% para mí, así de simple». Me reí y respondí: «Me quedaré con el 100% y tú te encargarás de tus propias facturas, tan simple como eso».
Esas fueron las palabras que me dijo mi padre, su rostro impasivo, una cerveza en la mano. Durante años, me había tragado mi rabia, atado…









