Sin avisar, el millonario decidió visitar la casa de su empleada. Nunca imaginó que al abrir esa puerta descubriría un secreto capaz de cambiar su vida para siempre. Era jueves por la mañana y Emiliano Arriaga se había levantado más temprano de lo normal.
Había dormido poco, no por insomnio ni por estrés, sino porque llevaba días dándole vueltas a algo que no lograba quitarse de la cabeza….









