Dicen que una vez, en pleno invierno, una mujer pobre caminaba por un camino congelado, cargando a su bebé entre los brazos. El viento le pegaba en la cara y lo único que pensaba era: “¿Cómo voy a alimentar a mi niño?”

De pronto, al pasar junto a una vieja cantina abandonada al borde del camino, escuchó una voz. No era de persona… más bien parecía salir de adentro de ella misma:

🗣️ — Entra. Puedes tomar todo lo que quieras. Pero no olvides lo más importante. Recuerda: cuando salgas, la puerta se cerrará para siempre. Aprovecha la oportunidad… pero no te olvides de lo esencial…

La mujer, sorprendida, empujó la puerta y entró.

Y lo que vio era como salido de un cuento: mesas repletas de oro, plata, anillos, collares de ámbar, piedras preciosas, cosas brillantes por todos lados.

Con los ojos llenos de avaricia, dejó al niño envuelto bajo una banca y se lanzó a llenar su delantal con lo que brillaba más. Metía a puños las joyas: en las mangas, en el pecho, hasta dentro de los zapatos.

—Te quedan nueve minutos —le recordó la voz.

Pero ella ya no escuchaba. Andaba loca de emoción, temblando mientras juntaba todo lo que podía. El oro se le caía de las manos… y aún así, quería más.

Cuando ya no podía cargar ni un gramo más, salió corriendo, cubierta de joyas como puesto de tianguis en día de feria.

La puerta se cerró de golpe detrás de ella. Un ruido seco. Fuerte.

Y entonces… se acordó.

—¡Mi hijo! —gritó. —¡Mi niño se quedó adentro!

Corrió, golpeó la puerta, gritó desesperada… pero ya no se abrió. Nunca más.

Esta historia es sobre nosotros.

Vivimos corriendo tras lo que brilla: dinero, estatus, reconocimiento. Siempre pensamos que si conseguimos un poco más, entonces sí seremos felices, estaremos en paz.

Pero en esa carrera, muchas veces dejamos atrás lo más importante: el amor, el calor del hogar, el tiempo con nuestros hijos, las palabras sinceras, la fe, la tranquilidad del alma.

La vida no es eterna. Cuando la puerta se cierre… ya no habrá vuelta atrás.

Y ese día, ni el oro ni las cuentas del banco ni el título que colgaba en tu oficina podrán salvarte.

📌 Recuerda: lo más importante es lo que permanece incluso después de tu último suspiro. Lo que vive en los corazones de quienes te amaron.