La compra de 30 años en hipag es de 3 días para trabajar y la compra de 25.000 pesos/buwan para “sumunod sa mga idolo”

Mi cuñada cumple 30 años este año, lleva tres años desempleada y solo se dedica a vagar por su casa en Ciudad Quezón, navegando por internet, recortando y pegando fotos de ídolos del K-pop y haciendo transmisiones en vivo para hablar de sus ídolos. Al principio, pensé que estaba bien, que cada uno tiene su pasión, solo hay que saber cuándo parar. Pero quién lo hubiera pensado…

Una noche, mientras cocinaba adobo en la cocina, escuché una discusión en la sala. Mi cuñada parecía enfadada:

— “¡Kuya, ikaw naman eh! (¡Hermano, eres muy tacaño!) Pedí 25.000 pesos al mes para perseguir a un ídolo, ¿qué más da? ¡La gente gasta cientos de miles de pesos!”

Casi se me cae la olla de sopa cuando escuché eso. ¿25.000 pesos? ¿Al mes? ¿Para… “seguir a un ídolo”? Mientras toda la familia ahorraba hasta el último céntimo, ¡yo tenía que trabajar el turno de noche en la oficina para tener dinero suficiente para pagar el apartamento!

Mi marido intentó explicarme:
– “Tienes 30 años, no puedes ser un ídolo todo el día. Ya estoy bastante estresado criando a mi esposa e hijos, no me queda nada para darte una cantidad irrazonable de dinero”.

Pero mi cuñado no me escuchó. Me miró con amargura:

– “¡Qué sabe Ate! Te casaste con mi hermano y cobras su sueldo, ¿por qué yo, tu hermano menor, no puedo cobrarlo? ¡No te creas mejor que yo!”.

Esa frase fue como una bofetada. Todo el resentimiento del pasado se había acumulado. Me puse de pie, tranquila pero fría:
– “Kung gusto mong mag-idol, magtrabaho ka. (Si quieres ser una ídolo, hazlo tú misma). Nadie tiene la obligación de pagar por un pasatiempo irresponsable”.

Inesperadamente, mi cuñado rompió a llorar y llamó de inmediato a mi suegra en Cavite. Diez minutos después, sonó el teléfono de su marido, y ella gritó:

“¡Anak, kapatid mo ‘yan! (¡Es tu hermana!) Si no la ayudas, ¿quién lo hará? ¡Dale 25.000 pesos al mes, considéralo como una forma de ayudarla a vivir feliz, y te lo pagará después!”.

Me quedé sin palabras. Mi marido se rascó la cabeza. Por un lado estaba la familia, por el otro la razón. En cuanto a mí… vi claramente que si mi marido se ablandaba, mi vida se hundiría en el abismo.

Esa noche, di vueltas en la cama, con una sola pregunta en la cabeza: “Si decide consentir a su hermana, ¿debería continuar con este matrimonio?”.

Al día siguiente, antes de irme a trabajar, vi a mi cuñada tirada en la sala, con lágrimas en los ojos:

“¡Si no me das dinero, moriré para que lo veas! Mi vida solo tiene una alegría: los ídolos, ¿y te atreves a quitármela?”.

Mi esposo estaba confundido y sentí un escalofrío. Pero no se detuvo ahí; ella también tomó un cuchillo y se cortó levemente la mano, sangrando. Me sobresalté y estaba a punto de volver corriendo cuando gritó:

— “¡Mira, te lo mostraré! ¡Ate quiere destruir a esta familia, es tan malvado!”.

En ese momento, apareció mi suegra. Corrió a abrazar a su hija y se volvió hacia mí con resentimiento:

– “¡Todo es por culpa de ikaw! Mi hija es normal y feliz, pero desde que entraste en esta casa, ¡ha estado sufriendo así! ¿Quién se moriría si le diera 25,000 pesos al mes? ¡Eres aún más derrochadora que eso!”

Se me hizo un nudo en la garganta. ¿No gastaba nada desperdiciado? Durante años, cada centavo que ganaba lo gastaba en pagar deudas y criar a mis hijos. Pero mi suegra creyó las palabras de su hija y me vio como una enemiga.

Esa noche, mi esposo dijo:
– “Cariño, ¿por qué no se lo damos primero este mes, lo consideramos un acuerdo y luego lo vemos…”

Me quedé atónita:
– “¿Cuánto tiempo piensas consentirlo? Una concesión significa toda una vida de dependencia. Si lo haces, no me culpes por replantearme este matrimonio”.

Mi esposo guardó silencio, con el rostro tenso. Pero yo sabía que esta guerra no había terminado. Apenas unos días después, mi cuñado publicó repentinamente un extenso estado en Facebook, quejándose de que su hermano y su cuñada lo habían “abandonado”, de que “no quería a su hermano biológico” y de que “le habían prohibido disfrutar de su única alegría”. La comunidad de fans de ídolos se apresuró a defendernos, reprendiéndonos terriblemente. Algunos incluso nos enviaron mensajes privados para amenazarnos.

Me estremecí. De un asunto familiar, mi cuñado lo convirtió en un drama público. Y esta vez, no solo el honor de la familia, sino también mi carrera se vio afectada.

Me di cuenta: no se trata solo de dinero, sino de una batalla por la supervivencia entre la razón y la dependencia ciega.

Después del drama en redes sociales, pensé que mi cuñada se aburriría, pero unas semanas después soltó otra bomba.

Una noche, toda la familia estaba comiendo sinigang cuando mi cuñada tiró el papel de la ecografía sobre la mesa. Su voz se quebró, pero sus ojos brillaron con desafío:

— “Estoy embarazada. Mi novio se fue. Tienes que cuidarme a mí y al bebé. ¡Al menos 30.000 pesos al mes, sin contar el costo del parto!”

Toda la familia estaba atónita. La suegra se quedó atónita por un momento, luego rompió a llorar, abrazando a su hija:

— “¡Diyos no! Mi hija está sufriendo así…”