El Espejo de San Miguel

I.

En el pequeño pueblo de San Miguel de las Nieblas, donde las montañas parecen respirar neblina al caer la tarde, había una casa abandonada en la colina. Nadie subía allí desde hacía más de veinte años, desde la noche en que Doña Isabela, la curandera del pueblo, desapareció sin dejar rastro.

Se decía que en su sala aún quedaba un espejo enorme, con marco de plata ennegrecida, traído desde Veracruz por un marinero que jamás regresó. Los ancianos murmuraban que aquel espejo no reflejaba cuerpos… sino almas.

Una noche de Día de los Muertos, Luz María, una joven del pueblo, apostó con sus amigos que subiría a la casa y miraría el espejo. Quería demostrar que las historias eran solo supersticiones. Llevó una vela y su teléfono, aunque en lo alto la señal siempre desaparecía.

Al entrar, el aire olía a humedad y flores marchitas. El espejo estaba allí, cubierto por una manta roja como sangre seca. Cuando Luz la retiró, su reflejo parpadeó.
Primero vio su cara… luego, detrás de ella, una mujer vestida de negro, con los ojos como pozos vacíos.

¿Quién eres? —susurró Luz.

El reflejo sonrió. Pero la mujer no.

Entonces comprendió: el reflejo no la imitaba. Se movía por sí mismo, tocando el otro lado del vidrio con dedos pálidos. La vela parpadeó, y la casa entera pareció respirar. Luz quiso huir, pero el espejo vibró como si algo golpeara desde dentro.

Antes de gritar, sintió una mano helada en su hombro.

A la mañana siguiente, los amigos subieron a buscarla. Encontraron la casa vacía. Solo el espejo, reluciente como nuevo. Y en su superficie, una joven con la vela en la mano, que los miraba desde dentro, golpeando el vidrio en silencio.

Desde entonces, cada año, en la noche del Día de los Muertos, los vecinos de San Miguel dicen que el espejo se empaña solo… y en el vapor aparece escrito:

“No mires mucho tiempo, o te quedarás conmigo.”

“El Espejo de San Miguel II — La Heredera del Reflejo”

Han pasado más de cien años desde que Luz María desapareció.
El pueblo de San Miguel de las Nieblas ya no es el mismo: hay internet, autos, tiendas y turistas que llegan buscando “la leyenda del espejo”.
Pero los viejos del lugar aún dicen que, en ciertas noches, la colina respira neblina y huele a cera derretida.

Camila Herrera, estudiante de fotografía en Ciudad de México, regresó al pueblo por primera vez desde niña. Era bisnieta de Luz María —aunque su familia casi nunca hablaba de esa parte del árbol genealógico. En el desván de la vieja casa familiar, Camila encontró una caja con una fotografía en sepia: una joven con una vela en la mano, mirando un espejo. Detrás, escrita con tinta desteñida, una frase:

“El reflejo nunca olvida.”

Intrigada, decidió investigar para su proyecto universitario: “Mitos rurales y reflejos del alma”.
Los aldeanos le advirtieron que no subiera a la colina. Pero una noche de lluvia fina, con su cámara en mano, Camila siguió el camino empedrado hasta la casa de Doña Isabela.

El espejo seguía allí. Cubierto por la misma manta roja.

Camila encendió su cámara y retiró el paño.
Durante unos segundos, solo vio su propio reflejo… hasta que la lente captó otro rostro detrás del suyo, el de una joven idéntica, pero vestida con ropa antigua y ojos vacíos.

La cámara comenzó a grabar sola.
Una voz susurró:
Camila… el espejo me recuerda…

El vidrio se empañó, y las palabras se formaron en el vaho:

“Ayúdame a salir.”

El aire se volvió pesado. El reflejo se movió independientemente, tocando el cristal desde dentro, igual que lo hizo Luz María un siglo atrás.
Camila, temblando, levantó la cámara y murmuró:
Bisabuela…

El espejo vibró.
Una grieta se abrió en el centro, y una mano pálida emergió, aferrándose a su muñeca.
La grabación terminó con un sonido seco, como vidrio rompiéndose.

Días después, unos excursionistas encontraron la cámara en el suelo, cubierta de polvo. El video se volvió viral en internet con el título:

“El espejo maldito de San Miguel – Grabación real (2025)”

La policía no encontró rastro de Camila.
Solo el espejo, impecable, restaurado… y una nueva figura dentro de él: una joven con cámara, que mira hacia afuera, esperando que alguien más la libere.

Desde entonces, los jóvenes que visitan el pueblo suben a la colina para grabar el espejo. Algunos dicen que, si miras demasiado tiempo, puedes ver cómo tu reflejo sonríe… antes que tú.

“El Espejo de San Miguel III — La Influencer del Infierno”

Año 2027.
El pueblo de San Miguel de las Nieblas se ha vuelto famoso gracias al video viral de Camila Herrera.
Ahora hay tours nocturnos, tazas con su cara y hasta una cuenta de TikTok llamada @EspejoMalditoMX, con millones de seguidores.

Entre ellos, Renata Cruz, una influencer mexicana de 19 años, obsesionada con las historias paranormales. Su contenido: “explorar lugares malditos en vivo”.
Una noche, Renata decidió ir más allá de todos los demás —haría un livestream desde la casa original del espejo.

Con un dron, luces LED y miles de espectadores conectados, subió a la colina.
“—Si llegamos a cien mil likes, levanto la manta roja”, rió.
El contador subió en segundos.

Renata tiró de la manta.
El espejo brilló. Pero algo era distinto: ya no reflejaba la habitación, sino un lugar oscuro, lleno de velas y retratos en movimiento.

El chat se volvió loco:

“¡Mira atrás de ella!”
“¡Se mueve el reflejo!”
“No es edición, wey.”

Renata sonrió, creyendo que era efecto óptico. Pero su reflejo… no sonreía.
Siguió transmitiendo, aunque poco a poco la imagen de ella y la del reflejo empezaron a desincronizarse.
El reflejo alzó la mano antes que ella, giró la cabeza, y de pronto, miró directamente a la cámara del público.

Miles de personas vieron cómo el reflejo extendía la mano y tocaba la pantalla desde dentro.
La transmisión se cortó con un sonido como vidrio quebrándose.

Al día siguiente, el canal de Renata seguía activo, subiendo videos nuevos.
Pero en los clips recientes, la voz era más grave… y sus ojos, totalmente negros.
Los seguidores notaron que, en el reflejo del espejo detrás de ella, alguien más los observaba.

Una semana después, varios fans afirmaron que, al ver los videos a medianoche, sus cámaras frontales se encendían solas.
Y que, en la pantalla, veían su propio reflejo sonreír… aunque ellos no lo hicieran.


Desde entonces, las autoridades intentaron eliminar todos los videos del espejo.
Pero cada vez que borran uno, otro aparece con la frase:

“El reflejo nunca muere. Solo cambia de pantalla.”